Con la excusa de “problematizar” el menemismo algunos se deslizan hacia la justificación, aunque también están los otros que se niegan a cualquier reflexión para evitar un balance político. La herencia menemista, un debate que habla del presente. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite los jueves de 22 a 24 h por Radio Con Vos, 89.9.
Por un lado, están quienes con la excusa de “problematizar” o “complejizar” el menemismo o la década del noventa se deslizan hacia la justificación de esa experiencia política: ya sea porque no quedó otra que adaptarse a los vientos de cambio que recorrían el mundo, porque se produjo un vendaval internacional del que era imposible quedarse al margen, porque estaba determinado por una tendencia irreversible etc. Esta mirada encierra una concepción más general que puede sintetizarse así: los cambios o avances tecnológicos, la mundialización de la economía o lo que llaman la “globalización” necesariamente debían incluir transformaciones regresivas en las relaciones sociales, la desnacionalización de los recursos estratégicos y la financierización de la economía; en resumen: la pérdida de derechos sociales, laborales y de soberanía nacional. Entonces, con críticas, con errores o con excesos, desde esta perspectiva, Menem fue más o menos un representante de “la época”. Hizo lo que hizo porque así lo habían hecho antes Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en EEUU y muchos otros países que siguieron el rumbo neoliberal. Esta concepción fatalista transforma los hechos consumados en leyes naturales y es la negación misma de la acción política.
Por otro lado, están quienes se niegan de manera tajante a discutir o pensar qué pasó en aquellos años que fueron muy importantes para el devenir del país (junto con el ciclo de la dictadura militar resetearon a la sociedad, a la economía y aplicaron contrarreformas que nunca fueron revertidas). Para estas miradas, el debate ya está saldado y todo lo malo está concentrado en Menem y en algunos de sus cómplices. De repente, Menem salió como de un repollo y destruyó gran parte del país sin mucho más que explicar, reflexionar, pensar o “complejizar”.