El primer Pacto Mundial de Naciones Unidas para gestionar las migraciones dice "representar un hito en la historia del diálogo mundial", sin embargo, países como Estados Unidos e Israel no participan y provoca división de opiniones dento de la Unión Europea al tiempo que promete ser un “instrumento flexible”.
El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular de Naciones Unidas (ONU) ha sido aprobado por más de 150 países que han asistido a la conferencia intergubernamental organizada en la ciudad marroquí de Marrakech.
Expertos en el tema alegan cierto “debilitamiento” de origen en el pacto, ya que pese a no ser vinculante para los países, muchos no han suscrito porque no han acudido. Es el caso de Estados Unidos, Israel, Australia, Chile, Hungría, Austria, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Bulgaria. Todos estos países receptores de grandes flujos migratorios.
La fractura dentro del pacto está ocurriendo dentro de la propia Unión Europea. Italia, Austria, Bulgaria, Hungría, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Estonia y Letonia boicotean la reunión. Mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, estará allí después de una acalorada luz verde del Bundestag, así como los jefes de gobierno españoles, griegos y portugueses. Francia debe estar representada por el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Jean-Baptiste Lemoyne. El propio ex asesor de Donald Trump, Steve Bannon, en su plan para destruir la Union Europea (UE), acusa al presidente francés de haber concluido "un pacto con el diablo que solo pretende transformar el mundo en una gran posición" .
El acuerdo tendrá como principal objetivo "gestionar las migraciones desde una visión humanista". Sin embargo, para los gobiernos y países incluidos continúa prevaleciendo la migración como una problemática de seguridad, por lo que se da continuidad a la criminalización de quienes huyen de las condiciones sociales, económicas y políticas de su país de origen, ubicando como prioridad el blindaje de fronteras que en 18 años ha dejado más de 60 mil migrantes muertos a nivel mundial.
La aprobación ha sido por aclamación durante la sesión plenaria presidida por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, la presidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinosa, y Naser Burita, el ministro de Exteriores de Marruecos, país anfitrión de la conferencia.
Los firmantes se pusieron de acuerdo en que la única manera de afrontar las realidades migratorias es a través de la “multilateralidad y la solidaridad” y así llegaron a cerrar 23 objetivos. Entre los puntos más destacados, “salvar vidas; abordar y reducir la vulnerabilidad en la migración en origen y en tránsito; mejorar la protección y asistencia a lo largo de todo el ciclo migratorio; eliminar toda forma de discriminación; y promover un discurso público” para evitar el llamamiento al miedo y a las narrativas peyorativas sobre los migrantes. Mejorar la readmisión de los migrantes en condiciones de dignidad y, por supuesto, la lucha contra el tráfico migrantes y la trata de personas fueron igualmente puntos centrales del pacto.
Así, quince jefes de Estado, ocho primeros ministros y numerosos cancilleres y responsables participan en este encuentro que durará dos días. Para responder a las reticencias despertadas y muy a pesar del intento de darle un “rostro humano” a la iniciativa, los mandatarios presentes y oradores han insistido en que la soberanía de los Estados no se verá de ningún modo disminuida y recalcaron que la migración plantea problemas globales y requiere soluciones globales.
Lo anterior ha profundizado en los últimos años un discurso xenófobo y políticas racistas que anteponen la idea de la defensa de la soberanía ante el fenómeno migratorio. Es el caso de Estados Unidos; el último periodo se ha caracterizado por una profundización de la criminalización de los migrantes latinoamericanos, especialmente mexicanos y centroamericanos que huyen de la pobreza y la extrema violencia que mantienen los gobiernos de esos países.
Por su parte, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, presentó los avances del plan construido de manera conjunta con sus homólogos de Guatemala, El Salvador y Honduras en el foro de la ONU, el cual dice contemplar un un cambio de enfoque en su política migratoria para el nuevo Plan de Desarrollo Integral, que llevará a cabo de manera conjunta con los gobiernos del llamado Triángulo Norte del istmo centroamericano, para reducir la migración.
"México va a cambiar su política migratoria, va a hacerlos sentir a ustedes orgullosos del pacto que hemos adoptado par a una migración segura, ordenada y regular. Vamos a cambiar las cosas", dijo Ebrard. Al respecto, añadió que México promoverá una política migratoria desde una perspectiva de derechos humanos, más que cerrar el paso a los migrantes centroamericanos. Sin embargo, aún cuando distintos referentes y defensores de derechos humanos esperaban la aplicación de esa política durante el cruce de la Caravana Migrante que salió desde Honduras a mediados de octubre, está no vio reflejada la nueva política del gobierno entrante de Movimiento Regeneración Nacional (MORENA).
Tan solo en 2017 se registraron más de 80 mil deportaciones practicadas contra los migrantes centroamericanos, según Amnistía Internacional.
Este acuerdo promovido por la ONU no señala las verdaderas causas detrás de los fenómenos masivos de migración que tienen que ver directamente con la expoliación a los países más pobres y las guerras desatadas por las principales potencias imperialistas; desde el estallido de la crisis económica en 2008 se registró un aumento exponencial en los flujos migratorios en todo el mundo debido a la falta de empleo, al despojo de recursos y desplazamientos forzados.
De esta manera no solo le lava la cara a los verdaderos responsables, los gobiernos continuadores de la política de hambre y miseria para miles de trabajadores, sino que tampoco se cuestiona de fondo que las políticas securitarias implementadas en los propios países imperialistas han servido para para generar un clima de odio y xenofobia contra los migrantes, así como para fortalecer a las fuerzas políticas de extrema derecha que hoy aprovechan este escenario para cuestionar un pacto tan insustancial como el que acaba de firmar la ONU.