Frágil como un dibujo pintado en un papel y artífice del punk rock más crudo. Creador de letras sangrantes y un estilo único. Artista antisistema y caretofóbico.
Manuel Ricardo Espinosa nació en 1966 bajo el sol gerliforniano. A los quince años formó su primera banda, Overkill, que tocaba covers y una suerte de black metal. Pero en 1987 un encuentro marcó la historia de la amansada música local. Juan Fandiño y Fernando Cordera se cruzaban con Ricky en un festipunk y lo invitaban a sumarse a su proyecto: Flema.
La banda* grabó ocho discos y llegó a telonear a Ramones en el 95’. En el medio, Ricky tuvo diversas iniciativas entre las que sobresalen Flemita y Vida Espinosa (1999), su álbum solista.
El 30 de mayo del 2002, este redentor del punk basura perdía la vida. Su padre, Orlando, relata en un documental** que ninguna casa fúnebre quería abrirle sus puertas por miedo a posibles destrozos de los seguidores del grupo. La censura acompañaba a Ricky en la salud y la enfermedad. La ceremonia terminó siendo en una casa y las crestas teñidas asistieron por centenas. “¿Alguna vez habrá habido un velorio tan silencioso y tan respetuoso?”, preguntaría luego Orlando.
Si yo soy así...
Sebastián Gador, el primer baterista –casi por accidente- de Flema, asegura que Ricky era una personalidad consagrada en Avellaneda antes de incursionar en la música. Se ríe al recordar la vez que una treintena de pibes fueron a buscarlo, “cual toma de la Bastilla”, a una comisaría donde estaba retenido. ¿El motivo? Bailar sin pantalones en el medio de la Plaza Alsina.
El propio Espinosa cuenta que sus cantos y payasadas le habían valido cierta fama en la fábrica de lápices donde trabajó previamente a formar Flema. Lejos estaba la caricaturización con la que más de uno lucró. “La otra vez me preguntaron si me costaba mucho actuar de Ricky. ¡Cómo me va a costar si yo soy así desde que me levanto! No me siento esclavo de mi personaje porque yo no me considero un personaje”, aclaraba en una entrevista del 2001.

Él fue, ante todo, un músico y un letrista íntegro que con dos acordes y tres versos le rompía la cabeza a una juventud golpeada y harta. ¿Un reventado? También, pero eso era sólo una parte. Tras su muerte, Chary de Loquero se cuestionaba: “¿Quién podrá enfrentar los mandatos y el orden social establecido en minifalda y a gargajo limpio desde el escenario de Cemento?”***.
Definiéndose como “nihilista”, Ricky desconfiaba de la política y creía en salidas individuales antes que sociales. Esta concepción iba de la mano con una época. Vástago de los 90’ –y del sur del Gran Buenos Aires-, cantó su bronca a lo que le ofrecía el neoliberalismo: estado de muerte, repre-depresión/salario de hambre, locura y ambición (como expresaría en Nunca nos fuimos).
De todas formas, en su producción es ineludible la crítica al sistema y en especial a la yuta. Temas como No quiero ir a la guerra y Nunca seré policía permanecen aún hoy como un himno para miles de jóvenes. Ese mismo contenido puede encontrarse en Sueño americano , Vigilantes y Botas nunca más. Además denunció fervientemente la mercantilización de la cultura así como el negocio que las discográficas y los grandes medios de comunicación hacían con los músicos.
Todos sus trabajos fueron a pulmón. Vivió con sus padres hasta los últimos días y cada peso que juntaba era destinado a su próximo proyecto. Ricky transcurrió una época de desocupación, cierre de fábricas y palos. En ese marco, su grito fue tan desgarrador como disruptivo.
Entre Chinaski, Capote y el Riachuelo
Sobre todo en el último tiempo, muchos refieren al costado “poético” de Espinosa. Cierta reapropiación snob lo transformó conscientemente en un “malevo de arrabal”, sin talento melódico pero con mucho que decir. Ni él ni Flema eran “aptos para todo oído”. Y lo sabía.
Ante la pregunta de si era un poeta, la respuesta es equívoca. No, porque sus canciones no eran una “metáfora” ni estaban pensadas para el posterior análisis literario. Sí, porque sus versos retratan el dolor de una muerte a sangre fría.
Carlos Bukowski afirmaba que la poesía ha sido por siglos “un producto falso” y un “montón de mierda”, que no incorpora “las realidades básicas de la existencia del hombre común”. Por eso, le encantaba que dijeran que su literatura era desagradable y se asustaba cuando encontraba mucha aceptación. “¡Flema es una mierda!”. No sorprende que este antihéroe, talentoso y escupido por la sociedad, se alzara como el escritor de cabecera para Ricky.
Bukowski podría haber utilizado algunos títulos de Flema para sus libros, como El exceso y/o abuso de drogas y alcohol es perjudicial para tu salud... ¡Cuídate, nadie lo hará por vos!. Ricky tranquilamente habría llamado algún disco La máquina de follar. Ambos escritores tenían una forma particular de encarar su tarea, que el último resumía así: “Algunas letras representan distintos estados de ánimo, otras son sólo ocurrencias o historias inventadas. (…) Las letras y la música son mi medio de expresión, sólo eso. No intento dar mensajes ni ser tomado como un modelo. (…) Sólo intento ser y, créanme, se me hace muy difícil”.
Presentándonos un “Carlos Bukowski que escucha FanPipol”, Ricky adaptó su poema “Libertad” en “El último vaso de vino” –que contaba con una introducción bukowskiana leída por Iorio-. También homenajeó a su autor favorito tomando prestado el nombre “Solo con todos” para un tema de 5 de copas.
“Todavía no soy un santo. Soy un alcohólico. Un drogadicto. Un homosexual. Soy un genio. Por supuesto, podría ser estas cuatro cosas tan dudosas, y seguir siendo un santo. Pero no soy un santo todavía, no señor”. Identificado con estas palabras del texto “Vueltas nocturnas” de Truman Capote, Ricky las eternizó en una remera.
En un reportaje donde la llevó puesta, el conductor, desconfiado, le consultaba si había leído ese libro. “Sí pero… no lo entendí”, retrucaba él sarcásticamente. Probablemente el chico cool de Much Music desconocía el libro por el que preguntaba: Música para camaleones. Ahí, Capote –en sus propias palabras- “había descubierto un marco dentro del cual podría asimilar todo lo que sabía del arte de escribir”: relatos sencillos, profundos y retorcidos a partir de vivencias cotidianas. Algo como lo que hacía Ricky Espinosa y pocos quisieron entender.
Vida Espinosa en Youtube :
* En este artículo, nos referimos a la etapa del grupo en la cual Ricky vivía. De los integrantes originales sólo quedaría él. Hasta el 2002, habría varios cambios de formación, siempre con Ricky en guitarra y voz. Unos años más tarde, Fernando Rossi,Gustavo Pepe Carballo, Juan Fandiño, Luis Gribaldo y Sergio Lencina volverían a tocar bajo el nombre de Flema.
** El documental al que hacemos referencia fue producido por Juan Duarte. Se encuentra online y recomendamos verlo.
***Extraído del libro Nunca seré poesía de Jacqui Casais y Milena Caserola.
Artículo originalmente publicado el 30 de mayo de 2022, al cumplirse 20 años de la muerte de Ricky Espinosa
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